El canto del alcaraván

La llamada de la ciudad es un irresistible canto de sirena que ha atraído al hombre del siglo XX hacia la urbe, sembrando desarraigos y soledades.

Este es el trasfondo de la novela que publicada por Tomás Alvarez, en la editorial Tabla Rasa. 

El tema 

Ni aún en la época de las pestes medievales hubo una desertización y un empobrecimiento humano similar al que han vivido vastas regiones de España en la segunda mitad del siglo XX. 

La moderna civilización industrial ha arrancado de cuajo la esencia vital de amplias zonas del interior, para nutrir de mano de obra a la maquinaria económica de otros territorios de la periferia. Esto ha dado lugar a una profunda mutación social, aún poco tratada en la literatura. 

El autor inicia la obra en las fiestas mayores de un pueblo de esa España que está destinada a la decadencia. En Vallegrande, una Arcadia feliz del norte de España, viven Demetrio y Jose Onésimo dos muchachos en edad escolar que acaban siendo arrancados de su ambiente por la llamada de la ciudad. 

A partir de aquí se inician dos trayectorias divergentes que les van alejando de su gente, de su inocencia, para terminar percatándose de que se han transformado en seres incompletos. En algún momento pudieran aparecer en la sociedad como triunfadores, pero las heridas del desarraigo atenazan y condicionan su vida y la de su entorno. 


El porqué de un título 

El libro se inicia al anochecer de una jornada de verano. Se oye en la lejanía el canto del alcaraván. Este ave se mimetiza perfectamente en la naturaleza; es prácticamente invisible. Tiene un canto nítido, profundo, que emite al anochecer, como una llamada desgarrada, salvaje, que preludia al crepúsculo. En el silencio de los valles y de la hora final del día, ese canto parece un aullido triste, un lamento, por lo que no es inhabitual que se asocie a los malos presagios. 

En la narración, se simboliza en el canto del alcaraván la esencia profunda del territorio campesino, una esencia que impregna a quien nace en él y que pervive hasta el final. Es como una marca interior, un símbolo que se detecta a través de los sentimientos de añoranza y desarraigo. 

En estas épocas de "globalización", millones de seres humanos han sido arrancados de su territorio; esos seres llevan consigo esa marca indefinible de la tierra y la cultura original. No les abandonará nunca.