Este libro desmonta el tópico de la gastronomía del Quijote como únicamente manchega. Productos, platos y refranes son esencialmente hispanos, comunes a la mayor parte del territorio peninsular, y además se enriquecen con los ecos de las experiencias culinarias del autor en el norte de África e Italia. Lo dice Tomás Álvarez, veterano periodista, escritor y dinamizador cultural en la Cepeda y Maragatería, ante la inminente publicación de su libro Cosas de la ‘bucólica’: la gastronomía del Quijote, donde su apetitoso estudio de la cocina en tiempos del mayor arquetipo de la literatura española va aderezado con sabrosas ilustraciones a cargo de uno de los grandes de la pintura leonesa, Sendo. Y aliñado, además, con un prólogo obra del académico Luis María Anson.
«En aquella época, Miguel de Cervantes fue un observador excepcional —comenta Álvarez—. Su curiosidad y su peripecia vital le permitieron adquirir un conocimiento privilegiado de la sociedad real del mundo mediterráneo en el momento en que dos grandes potencias, los imperios otomano y español, dirimían allí la hegemonía mundial de las culturas. En este mar se jugó el destino del universo». «Cervantes lo conoció muy bien y fue un hombre de frontera; pero un hombre que no sólo conocía —gozaba o sufría— con lo que ocurría en Lepanto, Argel, Chipre, Malta o Túnez, sino que se interesaba por las novedades que llegaban de Flandes, Portugal o las tierras del Nuevo Mundo». Esa curiosidad y experiencia las vertía también en sus obras, y el Quijote es buena prueba de su cosmopolitismo. Y así, anota Álvarez: «Provisto de un conocimiento universal, en las páginas del Quijote aparece también una gastronomía multicultural».
En esencia, el volumen profundiza en las comidas, los productos, los refranes y los dichos relativos a la gastronomía en la obra cumbre de nuestras letras, pero en ella, incide el también autor de El Camino de Santiago para paganos y escépticos, «también se descubren interesantes aspectos geopolíticos y culinarios del final del siglo XVI, época en la que cambian tanto los hábitos del comer, por influencia de las relaciones entre las cortes europeas, como los productos, por la llegada de nuevos ingredientes desde América».
Además, argumenta el autor dos razones básicas para dar a conocer estas Cosas de la ‘bucólica’ (relativo a la boca, según expresión del Siglo de Oro): «La primera, por haber visto en varios textos un enfoque generalmente parcial en el análisis de la comida cervantina, centrado en La Mancha, y a veces incluyendo en ella hasta productos llegados de América que estaban aún fuera de uso. La segunda razón es la esperanza de que el texto tenga utilidad para quienes quieren conocer mejor la sociedad y la gastronomía española de hace cuatro siglos».