Cosas de bucólica: Un trabajo compilatorio descomunal

Tomás Álvarez, consumado periodista y paisano escritor, ha hecho un trabajo compilatorio descomunal, escribió Pedro Trapiello en su columna de contraportada de Diario de León, bajo el tílulo de “Calma… y letra”
 
Cuestan las cuestas; y en enero, el doble, hay poca gana, el cuerpo zurrado tras las señalizadas fechas dice quietos... y aplazamos el brío o la intensidad que se exige al estrenar algo... «no quieren los gitanos ver a sus hijos con buenos principios»... con esta vieja muletilla bromeaba mi tío maestro, don Andrés, cada vez que comenzaba perdiendo un tute subastao y con ello se animaba en el traspiés (hoy ni se me ocurriría decirlo, eso es tentar a denuncias o a diablos).

Lo básico al empezar el año es pausar esos principios, quitar ruido de la cabeza, no acelerar las cosas (queda por delante el año entero) y azorrarse con una mantita de vellón y un buen libro, que vienen fríos, tardes plomizas y horas modorras. Hay que poner a las neuronas a hacer gimnasia para que rebajen la grasa insidiosa atropada en cada ridícula discusión familiar, esa cárcel navideña de las palabras que llenamos de demonios viejos.

Y al efecto, no me pudo llegar mejor argumento para este propósito que un libro de edición primorosa (Lalo Mayo es un orfebre en maquetas y gran gusto) en el que se cuenta y se recrea todo lo que sobre comida, cocina o bebercio aparece en El Quijote y alrededores de la circunstancia cervantina.

Tomás Álvarez, consumado periodista y paisano escritor, ha hecho un trabajo compilatorio descomunal y de pluma galante, barroca y amena que tentará a releer a Cervantes o a estrenarse en él, que mucho hablamos y le tenemos preso en estantería (en este libro aprenderá mucho el lector recreando además su vista con las ilustraciones con que el pintor astorgano Sendo rubrica aquí su maestría).

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