Ginebra en el Camino de Santiago

Como experto en el Camino de Santiago, Tomás Alvarez publica regularmente reportajes sobre el mundo jacobeo, en la web dedicada a Hermann Künig, autor de la primera guía jacobea de la Edad Moderna. Este versa sobre la ciudad de Ginebra y el Camino
 
En el extremo occidental del lago Lemán, justo en la embocadura del río Ródano, se alza esta población de notable importancia en los asuntos financieros y de relaciones internacionales. Por ella discurrieron multitud de peregrinos en camino desde Centroeuropa hacia Compostela.

Por Tomás Alvarez
 
Ginebra no es una ciudad grande –no supera los 200.000 habitantes- aunque sí es una de las de mayor riqueza y calidad de vida en el mundo, tanto por sus niveles de renta como por sus grandes instituciones culturales, sus atractivos turísticos y vitalidad económica y financiera.
 
Es esta también una ciudad de densa historia, y en la actualidad capital de un cantón suizo, de pequeña superficie, donde habitan unas 450.000 personas.
 
La población se alza en un territorio poblado hace dos mil años por la tribu de los alóbroges, conquistada por César. Fue parte del Sacro Imperio Romano Germánico, aunque gozó de cierta autonomía. Con la llegada de la Reforma protestante se alió con Berna para implantar en territorio suizo un reducto marcadamente anticatólico.
 
Bajo la influencia de Calvino
 
En aquel tiempo tuvo allí una inmensa influencia la doctrina reformista de Juan Calvino, (Jean Cauvin) (1509-1564), teólogo clave en la evolución del protestantismo en Suiza y Francia.
 
Ginebra fue el gran foco de la doctrina calvinista; lugar de acogida de filósofos y partidarios de la Reforma, donde se creó una república influida por las ideas religiosas. Esta duraría hasta 1798, en plena Revolución Francesa, cuando la ciudad fue anexionada al territorio francés.
 
Tras el hundimiento de la Francia napoleónica, Ginebra pasó a integrarse como cantón en la Confederación Helvética.

Ginebra en el Camino de Santiago de Compostela
 
La ciudad es un punto natural de salida de Suiza hacia Francia, y por ello a lo largo de la historia de la peregrinación por allí pasaron multitud de viajeros. Algunos de ellos nos han dejado testimonio escrito. El más conocido fue el de Hermann Künig, autor de la primera guía para los peregrinos a Compostela escrita en la Edad Moderna.

Künig, que procedía del centro de Alemania, avanzó al sur en dirección al lago de Constanza, para alcanzar Einsiedeln, uno de los centros marianos más importantes de Europa Central. Desde allí continuó por Berna y Friburgo para llegar a Ginebra, desde donde accedería a Chamberí (Chambéry), capital política de Saboya desde el siglo XIV, para continuar luego hacia Valence y entrar al Languedoc por Pont Saint Esprit.

El paso de  Künig por Ginebra se refleja notablemente en su guía, en la que incluso recomienda un albergue de peregrinos regentado por un alemán. Dice la Guía de Künig:

… llegarás a una ciudad llamada Senefaß (Ginebra),
que recibe el nombre de Genff en alemán.
Esta se encuentra al borde de las aguas del lago de Senefaß.
Este tiene unas dieciséis leguas de largo
y en Genff se encuentra su salida.
Genff es una ciudad muy hermosa.
Yo te aconsejo que te dirijas al alberguista alemán,
que vive en la primera casa a la entrada de la ciudad.
Allí encuentras abundancia de beber y comer
por un precio razonable, y te trata de forma correcta
y te ayuda en cualquier asunto;
Su nombre es Peter von Fryburg (Pedro de Friburgo).
Frente a su casa, a mano izquierda, hay una insignia de Santiago colgada
y también, delante de ella, una capilla de Santiago.
 
Por Ginebra, hacia Compostela
 
Entre los testimonios escritos de viajeros que pasaron por Ginebra en su camino a Compostela figuran también los de Sebald Ritter o Rieter, de Núremberg; Sebastian Ilsung, otro patricio de Augsburgo; Jerónimo Münzer, humanista de Núremberg; Sebald Ortel, rico viajero, también de Núremberg, y Heinrich Schonbrunner, capitán militar de la ciudad de Zug, Suiza.
 
Prácticamente todos ellos son viajeros  de los siglos XV y XVI. Conviene recordar que la peregrinación centroeuropea decayó bruscamente con la Reforma, y que Ginebra pasaría a ser una ciudad (en 1533) de la que se expulsó al obispo católico, con lo que las peregrinaciones a centros católicos dejaron entonces de ser bien vistas.
 
En la actualidad, La ciudad sigue siendo un punto de paso de la peregrinación para su entrada a Francia, siguiendo un itinerario que es prácticamente el mismo que marcó Hermann Künig von Vach en el siglo XV.
 
En un enclave magnífico
 
La urbe está en un lugar magnífico, al lado del lago y con las montañas de los Alpes y el Jura en el horizonte.
 
Se trata de la población más internacional de Suiza. Allí estaba la sede de la Sociedad de Naciones, antecedente de la ONU; es sede Europea de la ONU; también es sede de la Organización Mundial del Trabajo, de la Unión Mundial de Telecomunicaciones, de la Organización Mundial del Comercio, del Comité Internacional de la Cruz Roja, etc.

En Ginebra y su inmediato entorno no es menor el número de las sedes de empresas multinacionales, asociaciones deportivas y hasta medioambientales. Entre estas la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN); el Fondo Mundial para la Naturaleza(WWF), la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional (RAMSAR) y la ​Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC).

Un elemento visual de la ciudad es el Jet d’ Eau (chorro de agua) fuente monumental situada en el Lago que eleva quinientos litros de agua por segundo hasta unos 140 metros de altura, dominando la imagen de la ciudad.

El conjunto urbano de Ginebra
 
En el barrio antiguo, el monumento más conocido es la catedral de Saint Pierre, de época medieval, aunque su portada es del XVIII.
 
El conjunto urbano, con sus viejas calles, la ribera del lago, parques y tiendas, resulta agradable para el ocio y el paseo.
 
Junto con la figura religiosa de Calvino, otro personaje ligado a la historia de Ginebra es Juan Jacobo Rousseau, Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), escritor y filósofo revolucionario, cuya casa natal se halla precisamente en el viejo casco urbano.
 
Una bella vista de la urbe y su entorno se puede disfrutar desde el Salève, espacio montuoso al que se puede acceder mediante un teleférico. Se dice que el Salève es la montaña de los ginebrinos, aunque ya está en suelo francés. Es un punto excelente para la marcha y la escalada, con vistas sobre el Jura, los Alpes y los lagos Lemán y de Annecy.
 
Enlace al reportage en la web elcaminodekunig.com